viernes, 29 de noviembre de 2019

EL ADVENIMIENTO DE LA PERSPECTIVA


Pocos inventos deben haber influido tanto en la evolución del pensamiento y la visión de las cosas en Occidente como el descubrimiento de la perspectiva y su aplicación en las artes. Tal descubrimiento se produjo en el Renacimiento y se atribuye a Brunelleschi, el famoso arquitecto que construyó la cúpula de la catedral de Florencia, il Duomo. 


"La Trinidad", de Masaccio (fresco en un muro lateral de la Iglesia Santa María la Novella, Florencia, datado entre 1425 y 1428). Se considera uno de las primeras aplicaciones de la perspectiva en la pintura, e incuso se piensa que Brunelleschi tuteló al autor en su creación. 

La importancia de la cuestión estriba en que la perspectiva, a la manera de una fotografía, reproduce la visión que tenemos de las cosas con una objetividad científica. Como la fotografía, se atiene a las leyes físicas que sigue la luz al atravesar una lente, el mismo mecanismo que se produce en nuestros ojos a través del llamado “cristalino”, lente natural que nos permite la visión al enfocarse los rayos de luz procedentes de los objetos en la retina. Aplicado a la reproducción de la realidad sobre un plano (un lienzo, o el soporte que sea en pintura o dibujo), ello reproduce la visión exacta que tenemos del espacio y de los objetos que éste contiene al ser trasladados a un plano. Con ello la pintura sin duda pierde en subjetividad y simbolismo, pero gana enormemente en objetividad. La perspectiva aplicada con rigor exorciza todos los fantasmas y visiones subjetivas distorsionadas que pudiéramos tener de las cosas trasladándonos a su realidad objetiva, científica. Sin duda, antes de su incorporación al arte, las gentes ya se habían ido paulatinamente aproximando a esa visión más real del mundo exterior. Si en la Edad Media la carga del simbolismo (a través de la religión) era inmensa, al penetrar la religión en todos y cada uno de los aspectos de la vida, ya en el siglo XIII el “mundo”, la realidad objetiva exterior, vuelve a penetrar en nuestras vidas a través del interés cada vez mayor en los objetos, el comercio, la artesanía, la economía, que cada vez van cobrando mayor importancia. El remate, la confirmación de este interés por lo externo, como opuesto a lo subjetivo-religioso-interior, es el descubrimiento, la aceptación y utilización de la perspectiva, ese ahuyenta-fantasmas que obliga a colocar cada objeto corpóreo en su lugar en el espacio de visión y con sus correspondientes y verdaderas proporciones y ángulos. De repente, el espacio científico ha desterrado a buena parte de la representación simbólica, que a partir de ahora se las tendrá  que componer para expresarse dentro de él y sus leyes, debiendo forzosamente contar con esa versión objetiva de la realidad. 


                                       "La Ciudad Ideal", Piero della Franchesca

Desde luego, por mucha perspectiva que haya, siempre habrá en la pintura, por ejemplo, una componente irreductible de subjetividad. No hay dos pintores que pinten el mismo tema exactamente igual. Y esa es la potencialidad artística de la pintura. Pero la perspectiva, que se practicó desde entonces preferentemente hasta el siglo XIX, en cuya segunda mitad se volvió otra vez al predominio del subjetivismo, significó en su tiempo un avance en la “verdadera” visión y reproducción de los objetos, realzando su individualidad y aproximándonos a la visión causa-efecto de la naturaleza sin la distorsión de elementos fantásticos que escapan a las coordenadas espacio-temporales (en todo caso, esos elementos fantásticos y simbólicos debían ahora ser reproducidos en el marco de un espacio real). No cabría pues, como en épocas anteriores a la perspectiva, guiarse por una jerarquía conceptual o simbólica (como en la Edad Media), en que los personajes y los temas principales se reproducían en un tamaño mayor según su importancia, por ejemplo Jesucristo y la Virgen María por encima y en un tamaño mayor que los Apóstoles, y éstos por encima de otros Santos, y estos a una escala también mayor que el resto de los personajes que aparecen en la pintura o la escultura (de ahí lo de simbolismo jerárquico). Al representar la perspectiva cada uno de los objetos y personajes en su dimensión real, lógicamente nos aproximamos a la realidad objetiva de las cosas, y esa visión, ese cambio de paradigma, nos acerca mucho más a lo que luego será la Nueva Ciencia, la física, la mecánica, en que se adquirirá la facultad de experimentar científicamente con ellas, realizando mediciones de las que luego se intentarán inferir leyes matemáticas que determinarán su comportamiento (no sólo ya para la perspectiva o en un intento de aplicar la proporción y la matemática al arte).

Al reproducir los objetos y los personajes en un lienzo en sus proporciones reales, tal y como los vemos cotidianamente, ello nos acerca también a una visión real de nosotros mismos como seres individuales. Quiero decir que en la medida en que somos capaces de individualizar más y más a los objetos y personajes que nos rodean, también somos capaces de tomar mayor conciencia de nuestra propia individualidad (y del lugar que ocupamos en el espacio, de quién somos para los demás y para nosotros mismos). Y así lo vemos también en la pintura del Renacimiento, en que cada vez los personajes aparecen con mayor realidad en sus gestualidad y expresiones, representando en cada caso el rol que quiere atribuírseles.

No tardará en aparecer la Teoría Heliocéntrica de Copérnico, según la cual es la Tierra la que gira alrededor del Sol, en lugar de lo que hasta entonces se había creído, que el Sol giraba alrededor de la Tierra. De este modo, la Tierra pierde su lugar como centro del universo para pasar a ser uno de los planetas que giran alrededor del Sol junto a los demás. Este descubrimiento astronómico, cuando se reconoció más tarde, fue la piedra angular de un cambio de paradigma al que llamamos “La Revolucióin Copernicana”. No sólo la Tierra, sino también el Hombre, deja de ocupar su posición central en el Universo. Como en la perspectiva, se pasa de una visión subjetiva de las cosas, centrada en uno mismo, a un modelo RELATIVO del cosmos, en que cada cosa se encuentra en relación individual objetiva respecto a las otras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario