jueves, 13 de febrero de 2020

LA APARICIÓN DE LA FILOSOFÍA EN GRECIA


Como todo el mundo sabe, la filosofía hizo su primera aparición en la Grecia Antigua hacia el siglo VI a. C. y se suele considerar a Tales de Mileto como el primer filósofo. Cierto que hay autores que creen vislumbrar ya en textos anteriores, como en la Ilíada y Odisea de Homero, pero sobre todo en la Teogonía de Hesíodo, rasgos y tendencias ya filosóficas. Una Teogonía constituye un relato que explica el nacimiento y la genealogía de los dioses y las relaciones,  historias y sucesos entre ellos. Supongan o no las obras de Homero y Hesíodo un inicio de la filosofía, lo cierto es que fueron cruciales para fijar y concretar las formas mínimas de una religión en una zona en que las distintas invasiones y movimientos migratorios que tuvieron lugar a partir del 1200 a. C. aproximadamente supusieron una compleja maraña de pueblos que desplazaron y sustituyeron a otros pueblos, que a su vez migraron y se situaron en otros lugares, y que finalmente terminaron por influenciarse mutuamente adoptando costumbres unos de los otros, y asimismo nuevos dioses y prácticas religiosas. Podría decirse que hubo allí un verdadero batiburrillo religioso, un verdadero hervidero de dioses, ritos y prácticas religiosas. Algunos de ellos, sin duda, venían de la fascinante y sorprendente cultura Minoica, aparecida en la isla de Creta hacia el 3100 a. C., aún en la edad del cobre y del bronce, y tuvo influencia sobre la civilización Micénica, en la Grecia continental, del 1600 al 1200 a. C., cuyas hazañas y hechos legendarios nos narra Homero en la Ilíada y la Odisea siglos  después, tras haberlos recopilado de la tradición oral. Esta civilización desapareció abruptamente, en términos históricos. Hacia el 1200, los palacios y los templos fueron derruidos e incendiados, los asentamientos cambiaron de lugar, y ello coincidió también con la destrucción del imperio Hitita,  en Anatolia, en lo que ahora es Turquía, y con ataques a ciudades en las costas de Egipto, sin que hasta ahora se haya llegado a saber qué pueblo o tribus fueron los responsables de tales ataques. Ello constituye uno de los misterios de la Historia de la Antigüedad en Occidente aún no resueltos. En este momento se considera que comienza la Edad Oscura de Grecia, que se inicia aproximadamente en el 1200 a. C. y se prolonga hasta el siglo VIII a. C. En este  período distintas migraciones e invasiones de diversos pueblos prehelénicos se asentaron e influenciaron mutuamente,  y de ese caldo de cultivo terminó por emerger la civilización griega (Helénica) propiamente dicha que conocemos, con una nueva cultura, con unas características más consolidadas y unificadas, un idioma (aunque con varios dialectos), un arte y una religión propias, a pesar de la diversidad. En ese período se descubrió también el alfabeto y escritura griegas, una modificación de la utilizada por los fenicios. 

También se difundió por la zona del Egeo, tras la caída de la civilización Micénica e Hitita, la técnica de obtención del hierro y su utilización en la fabricación de armas y herramientas. Alrededor del siglo VIII a. C.  Tras cuatrocientos años de Edad Oscura, de la que apenas se tienen datos, documentos e información, comienza la aparición de las Polis,  que irán evolucionando con el tiempo a distintas formas de administración política, entre ellas la democracia. La Polis griega, creada a partir de un proceso de agregación de núcleos y grupos de población denominado sinecismo (juntar las casas o habitar juntos) a partir de las unidades básicas de administración familiar, llamadas oikos (casa), y que incluían tanto al grupo familiar como la casa propiamente dicha, las tierras de propiedad y demás bienes, así como los sirvientes y esclavos, en territorios cada vez mayores, que a su vez terminaron agrupándose en una unidad política, la ciudad-estado, unidades autónomas con sus propias leyes y características y su propia autonomía también en materia de religión, en principio autosuficientes económicamente. Son unidades relativamente pequeñas, en torno a unos pocos cientos de miles de habitantes las más habitadas, una ciudad pequeñita de hoy en día, en la que sus habitantes pueden llegar a conocerse fácilmente los unos a los otros. La Polis abarca  tanto la ciudad propiamente dicha como a los campos y los territorios que la circundan.

Este fraccionamiento político y religioso contrasta con otras grandes civilizaciones de la antigüedad instauradas alrededor de grandes ríos, como la Egipcia y la Mesopotámica, fuertemente jerarquizadas alrededor de un solo mandatario, rey o faraón que es a la vez la máxima personificación religiosa en la Tierra, una especie de Dios que reúne en sí indiferenciadamente tanto la máxima  autoridad religiosa y como el poder político. Son regiones que permiten el control absoluto, con castas sacerdotales y políticas privilegiadas con intereses propios, que dictan sus ritos y mandatos en toda una inmensa región y eminentemente conservadoras, que no van a permitir que el control se les escape de las manos a no ser que alguien se lo arrebate. Se dan todas las condiciones para una sociedad jerarquizada tanto política como religiosamente de carácter más bien inmovilista. Es muy difícil que en estas sociedades florezca la conciencia de individuo, que se valore la libertad y la creatividad individual. Todo está controlado y dictaminado.

Por el contrario, si observamos un mapa del Mediterráneo Este, al momento comprendemos que allí no podía darse una civilización de estas características, simplemente ya por una cuestión geográfica. Los cientos de islas, unas más grandes, otras más pequeñas, separadas por el mar… y en el continente unas tierras agrestes y montañosas en la península balcánica que también impiden las fáciles comunicaciones, tierras que por sí mismas pueden soportar poco más que una agricultura y una ganadería de subsistencia. Es este fraccionamiento inevitable lo que determina la diferencia de la región del mundo en que apareció la filosofía en comparación con otras regiones. Los Griegos debían tener constantemente presente este fraccionamiento, que cuando comenzó la expansión colonial a partir del siglo VIII a C. (por enfrentamientos civiles o superpoblación de las ciudades)  todavía acentuaban aún más la realidad de esa extraordinaria multiplicidad bajo la unidad de un lenguaje y una cultura común a todos los griegos. Estas colonias, repartidas por todo el Mediterráneo, Jonia, las costas del Mar Negro y  el Mar Egeo, reproducían por lo general el modelo de las ciudades-estado de la metrópolis. La dualidad UNIDAD----MULTIPLICIDAD debió ser pues algo impreso en la cultura, mentalidad y la vida de los griegos casi como si fuera a nivel genético. Sobre un fondo de pueblos generalmente primitivos y bárbaros, esos cientos de colonias independientes repartidas en el espacio, esa realidad a la vez múltiple y unificada por la cultura, tenía que influir poderosamente en el pensamiento y evolución que iba a seguir la cultura griega.

Otro factor que sin duda explica por qué la filosofía apareció en Grecia en lugar de hacerlo en otras grandes civilizaciones es evidentemente la singularidad de la ciudad-estado y su evolución en sus formas de gobierno, hasta llegar a la democracia. Este constituye un hecho insólito en toda la historia de la antigüedad, y sin duda ha de tener que ver con el nacimiento de la filosofía… ¿o por el contrario fue la filosofía la que contribuyó a la evolución política de la ciudad-estado hacia la democracia? Como en tantas otras situaciones similares de evolución de la cultura, unos factores influyen sobre otros sin que podamos llegar a saber cuál de ellos es el que influye más decisivamente sobre los demás. El hecho es que la antigua Grecia emprendió esa evolución desde el desmoronamiento de la Civilización Micénica hacia el 1200 a. C. 

La Edad Oscura duró cuatrocientos años, y es llamada así en primer lugar por la falta de información que se tiene de ese período. ¿Qué ocurrió realmente y en qué lugares en todos estos años previos a las primeras apariciones de las Polis y el principio de la expansión colonial? Lo cierto es que ya en el siglo VIII a. C. empiezan a aparecer las primeras ciudades-estado, gobernadas al principio por una clase aristocrática, quien sabe si algunas por algún tipo de monarquía con reyes al frente que ostentaban tanto el poder político como el religioso, pero ya desde entonces se fue produciendo una diversificación en las funciones de gobierno, y los gobernadores (arcontes) empezaron a tener mandatos limitados y a ser elegidos por votación (al principio por la aristocracia). No tardó en producirse en la polis una verdadera evolución hacia la separación de poderes. Los encargados de la organización del ejército se diferenciaban de los elegidos para la realización de los cultos, oraciones, rituales y sacrificios a los dioses propios de la religión, así como de los encargados de las distintas áreas de la administración pública. Las ciudades estado prosperaron y aumentaron en población. El comercio se desarrolló enormemente con la expansión colonial y floreció el arte y la cultura. La comunicación entre las ciudades coloniales, asentamientos comerciales y destacamentos hizo necesarias flotas comerciales que iban de un lado al otro del Mediterráneo. Es decir, el centro de gravedad de la cultura griega pasó de la prevalencia de un pensamiento mítico-religioso localista a una extraordinaria actividad comunicativa (tanto desde el punto de vista comercial como de la política en el interior de la polis) y técnica (construcción de barcos, técnicas de navegación, cerámica, producción de moneda, arte, construcción de los templos, etc.), que fue inclinando la balanza cada vez más hacia la extroversión, hacia el mundo de los objetos gobernado por las leyes de la causalidad. La prosperidad económica y el manejo del mundo material fueron cobrando cada vez más importancia y decantando el pensamiento y la visión del mundo hacia necesidades que ya cada vez menos tenían que ver con las explicaciones de cariz mágico y sobrenatural que proporcionaban los dioses y los mitos, aunque éstos siguieron teniendo relevancia en su ámbito simbólico-religioso. No es extraño pues que esta misma evolución supusiera lo que se ha dado en llamar “el paso del mito al logos”, propiciando la aparición de la filosofía en la Antigua Grecia.

Tales, nacido en Mileto, Jonia, en la costa más oeste de la Península Anatolia, bañada por el Mar Egeo (en la actual Turquía) es el que se considera el primer filósofo. Además de filósofo fue matemático, astrónomo, geómetra y legislador. Esta faceta de legislador, que comparten otros importantes filósofos griegos, nos da una idea de que la primera filosofía estaba emparentada con un pensamiento y unas actividades que se alejaban cada vez más de la tradición y el pensamiento mítico-religioso para interesarse y ocuparse de la organización social, en unas ciudades-estado en que el intercambio, el comercio, la manufactura de bienes,  la artesanía, la aventura de la colonización, ocupaban cada vez más espacio en la vida de los griegos. Todo ello supone que el plano objetivo-racional-técnico tome una importancia que lo separa cada vez más del plano subjetivo-mítico- religioso, decantando cada vez más la psique de los griegos hacia lo que hoy en día nosotros llamamos “realidad”. Ello supone una brecha entre estos dos planos que provoca sin duda perplejidad, contradicciones y dolor, por lo que requiere ser reparada. Y es de la necesidad de coser esta brecha de donde nace la primera filosofía. El mundo se muestra a los griegos como algo fraccionado, y los mitos y los dioses ya no pueden ofrecer una verdadera unidad de sentido, entre otras cosas porque en ellos se encuentran confundidos, indiferenciados, los planos de que hablábamos: el objetivo y el subjetivo. Los dioses, los actores de los relatos míticos, son antropológicos y confunden características humanas y divinas, no responden a las nuevas necesidades prácticas y sociales. Pero como hemos dicho, las características humanas extrovertidas, representadas por unas actividades en que los principios de racionalidad y de causalidad cada vez cobran mayor preponderancia, se están alejando y diferenciando más y más del pensamiento simbólico anterior. Ese mundo nuevo cobra cada vez más autonomía, y la brecha ya no puede ser cerrada apelando simplemente a lo divinidad de los dioses.

De Tales se conocen pocas cosas. Vivió y murió en Mileto, fue el iniciador de la escuela de Mileto, fue considerado en la antigüedad como uno de los Siete Sabios de Grecia. Se dice que viajó a Egipto y Mesopotamia, y que gracias a los registros astronómicos a los que pudo acceder en esta última fue capaz de predecir un eclipse de Sol. No se conserva ningún texto suyo. En su búsqueda de una unidad que abarque y explique el mundo físico (ahora más físico que antes), no puede recurrir ya a los dioses. Nos dice que todas las cosas proceden de un elemento físico, el Agua, y que “todo está lleno de dioses”. Pero esta Agua que Tales postula como origen de todas las cosas ya no es un dios, aunque la diferencia pueda parecernos muy sutil, porque el agua no es H2O como lo es para nosotros en la actualidad. El Agua como elemento, a pesar de estar cargada simbólicamente sin duda con toda clase de cualidades subjetivas, mágicas y espirituales,  y aunque fluida, sigue conservando como base y punto de partida su materialidad y corporeidad, es algo experimentable. Es decir, se encuentra más del lado de “aquí”, del mundo causal y espacio-temporal, que del mundo de “allá”, de lo simbólico subjetivo. Esa es la verdadera novedad del pensamiento de Tales, y por lo que es considerado el primer filósofo. Una diferencia si queremos sutil, pero definitiva. Para la explicación del cosmos no se parte de arriba, de los dioses y los mitos, sino de abajo, de la realidad física. Separando así un plano del otro y concediendo a este último, el de la realidad física y la espacio-temporalidad, verdadera autonomía (incluso epistemológica). El posterior desarrollo de la filosofía en Grecia no será sino un continuo diálogo, una verdadera necesidad de comprensión, ajuste y diferenciación entre estos dos planos.

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